Nací en México. Y estoy orgullosa de ser mexicana Un país tan lleno de contrastes que te enseña, desde niña, a sobrevivir… y a soñar al mismo tiempo.

Crecí entre hombres y mujeres fuertes, ideas grandes y silencios que enseñan más que los discursos.

Muy pronto entendí que las palabras son un arma, y que muchas de las estructuras que nos rodean no están hechas para todos. Por eso decidí conocerlas. Y luego, transformarlas.

Soy abogada porque creo que un México más justo es un México más feliz. Y sí, creo que es posible. Pero no va a pasar solo: nos toca a todos construirlo.

También soy mamá. Y eso me cambió para siempre. Ser madre me enseñó a ser ternura con fuerza. A poner límites con amor. A mirar el futuro con la convicción de que no se hereda: se construye.

Soy mexicana, y me lo tatuaría si no lo llevara ya en el alma. Creo en la gente, incluso cuando duele. Trabajo por un México más feliz, no por optimismo ingenuo, sino por terquedad amorosa.

Este espacio es una trinchera. Un cuaderno que por años estuvo cerrado. Una conversación que merecía salir a la luz.

Te invito a compartir conmigo. A pensar en voz alta. A recordar, como siempre: nunca olvides por qué comenzaste.

Y, sobre todo, a soñar y construir — por México.